Mostrando entradas con la etiqueta Testimonio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Testimonio. Mostrar todas las entradas

25.11.15

La belleza y el arte sacro: la identidad del arte sacro contemporáneo

La belleza y el arte sacro: la identidad del arte sacro contemporáneo.

Ensayo del autor de este blog, sobre las realidades naturales y sobrenaturales  del artista desde su encuentro con Dios, a la participación activa dentro de la Iglesia, la práxisy el testimonio de este camino, abordando la función vigente tanto de su obra como valor para la acción  evangelizadora:



http://issuu.com/hectorbalvanera/docs/la_belleza_y_el_arte_sacro__la_iden

7.7.11

Alegría: herencia que da vida

Por Héctor Balvanera A.
Bienes Culturales, Arquitetura y Arte Sacro

La Iglesia es una gran familia que se extiende hasta los confines del mundo. Ayer 6 de julio, se le entregó a Su Santidad, Benedicto XVI, los cuatro primeros ejemplares del Atlas Hierarchicus, una compilación de mapas y estadísticas donde se ilustra la geografía de las distintas diócesis, prelaturas, vicariatos y misiones católicas. Ante un panorama tan amplio los asuntos locales pudieran parecer diminutos. Una parroquia en Birmania resulta ser tan diferente a una en Suecia, o en Bolivia: A fin de cuentas, esta gran realidad de realidades constituye la vida y el testimonio del Pueblo de Dios.

En América Latina la cultura no puede pasar por alto la contribución fundamental de la fe católica: es parte de los elementos que la han formado y la significan. Y no solo hablamos de las obras promovidas por el clero y las órdenes religiosas; esto incluye sobre todo a los seglares: artesanos, profesionales, campesinos, artistas y gente del pueblo, que con sus manos, contribución e ingenio han aportado al patrimonio cultural eclesiástico con una personalidad propia.

Hoy ha partido de este mundo D. Ricardo Alegría Gallardo, un ser excepcional, un hito de la cultura puertorriqueña, iberoamericana y, sin duda, universal. La nación borincana, incluyendo la Iglesia que peregrina en estas tierras, le debe la fundación del Instituto de Cultura (ICP), la principal obra dentro de una ingente lista de instituciones, proyectos e iniciativas culturales. Encabezó la vanguardia en la defensa del patrimonio nacional, con un celo y dedicación heroicos. Muy probablemente no se conservaría gran parte del actual legado histórico puertorriqueño sin su intervención. El mejor ejemplo es la ciudad amurallada de San Juan, verdadera joya urbana del Nuevo Mundo.

San Juan es en sí un relicario arquitectónico. Miles de turistas recorren sus adoquinadas calles, en gran medida gracias a la protección del Dr. Alegría. Al menos una veintena de monumentos religiosos dan testimonio de la obra de la Iglesia en dicha ciudad; sin embargo la mayoría de ellas son desconocidas. A este respecto, Mons. Antonio María Veglio, Presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes ha lanzado una llama a la evangelización a través del turismo: ofrecer una guía de nuestro patrimonio, como testimonio sensible de la fe.

Don Ricardo contribuyó no solo a custodiar lo material; tuvo la gran virtud de ser inspiración para contagiar, a los que se han dejado, de la concientización por la conservación del patrimonio local como parte de la herencia universal. Él mismo se describía como “un creyente no muy religioso”. Sin embargo me vienen a la mente dos parábolas evangélicas: la de los talentos (Mt. 25, 14-30) y la del hijo obediente y el hijo desobediente (Mt. 21, 28-31).

Ojala que,  desde nuestras labores cotidianas, estos ejemplos nos impulsen a cumplir con la misión personal que se nos ha encomendado: la vida como mejor testamento.

D. Ricardo, descanse en paz.



30.5.11

El artista, imagen de Dios Creador…geniales constructores de belleza


Por Héctor Balvanera A.
Bienes Culturales, Arquitectura y Arte Sacro


Es un reto mayúsculo responder a este llamado, no porque lo haya firmado un Sumo Pontífice (particularmente uno como el Beato Wojtyla); sino porque es, a todas luces, un clamor inspirado por el Espíritu Santo a que desde la especial tarea de la creatividad humana, cooperemos con el Señor; un compromiso que trasciende lo formal-profesional: Testimonio de vida.

Quizás de modo, un poco orgulloso, en nuestra actividad nos hemos atrevido a sentirnos en un lugar preferente, por ser artistas. Bien pareciera que a la palabra creación  la hemos despojado de la “ce” mayúscula para hacerla de nuestro tamaño ¿Con que propósito? Tal vez para que no pese tanto la responsabilidad de integrar nuestra labor con nuestra fe.

Según la teoría del diseño y composición, para iniciar un proyecto se formulan dos preguntas: ¿Que es?  Y ¿Para quien es? (El resto de interrogantes aplicables pueden incluirse dentro de estas). En el caso del artista católico la segunda cuestión es determinante, sobre todo cuando se trata de un proyecto de arte religioso; primero, porque más allá de las necesidades utilitarias del usuario (feligresía, clero o público en general), esta la fe: el sentido clave al proyecto.

Es bueno mirar con esperanza, tener presente más a menudo al único Creador y personalizar esas palabras de Juan Pablo II donde llama al artista: genial constructor de belleza. Y es que el Amor del Padre nos ha entregado un don, pero no solo para el disfrute personal; es uno que tiene que fructificar como la buena semilla, para compartir y alimentar: A través de nuestro arte, ser instrumentos para el anuncio de la Buena Nueva.