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25.4.16

Contextos e iconografía del S. Cristo de la Salud

¡Sálvalo Santo Cristo! Dicen que fue el grito que profirió D. Tomás Mateo Pratts al ver que aquel jinete iba con su caballo desbocado rumbo directo al precipicio, allende el parapeto de la muralla. Se sabe suficiente sobre la arquitectura de su Capilla, pero no tanto del cuadro.

Se presenta este ensayo, que aborda sobre los contextos y el sentido religioso de la pintura a la que se le ha guardado devoción por generaciones.

En torno a la devoción del Santo Cristo de la Salud se reúnen elementos claves del patrimonio religioso puertorriqueño, iniciando por la misma representación del Jesús Crucificado en el Calvario, que se considera como la obra pictórica más antigua firmada por la mano de un artista local, Manuel García, [1] ((San Germán, S. XVII)y a la cual se le ha atribuido carácter taumaturgo. Dicha obra se alberga en la icónica capilla conocida popularmente como “del Cristo”, cuya construcción inició en la década de los 1750´s, siendo un tema ampliamente abordado en la plástica nacional, así como recurrente para la memorabilia de los millones de visitantes de la ciudad murada de San Juan, ocultando bajo la vetusta apariencia del minúsculo recinto, un tesoro del arte al servicio de la liturgia y la piedad, de al menos trescientos años.

PARA SEGUIR LEYENDO, puede hacerlo a través del siguiente vínculo: 
Contextos e iconografía del S. Cristo de la Salud


[1] DELGADO MERCADO, O. (1994): Historia general de las Artes Plástica en Puerto Rico; Vol. 1, San Juan, PR, Editorial Corripio, 6.





Imagen:
Interior de la Capilla del Santo Cristo de la Salud.

Entre el Románico y el Renacimiento

Entre el Románico y el Renacimiento...
Siglos prolíficos para las artes y las técnicas...

...entre el Románico y el Renacimiento



Imagen: Nuestra Señora de Belén o de la Leche.
Escuela Flamenca (Fines S. XV o principios del XVI)
Venerada entre alrededor de 1530 en la iglesia conventual de S. Domingo de Guzmán, en San Juan de Puerto Rico, desaparecida desde 1972.

25.11.15

A mis estimados compañeros de aula virtual...gracias por su aportación


A mis estimados compañeros de aula virtual: gracias por su aportación  expresada en los siguientes ensayos, y a nuestra profesora la Mtra. Verónica Orozco Velazquéz, igualmente reconocemos la gran labor por encabezar este proyecto académico:


Arqlga. Leticia Beatríz Estella GARCIA ULLOA:
Los archivos y las bibliotecas eclesiásticas: ¿qué demanda la época contemporánea para ponerlas en valor en los tiempos actuales?

Pbro. Valentín LÓPEZ FIGUEROA
La formación en los seminarios y casas de religiosos y religiosas: ¿cuál sería el programa ideal que sobre bienes culturales de origen eclesiástico se debería implementar en los centros de formación de cada diócesis?

Pbro. José Miguel ALARCÓN MANTILLA
Los museos eclesiásticos: ¿es posible generar una estandarización y regulación en las diócesis para crear un museo de arte sacro?



* Imagen: La Comunión de los Santos (detalle); Autor: John Nava, tapíz hilado electrónicamente; Catedral de N. Sra. de los Ángeles, EUA.

La gestión de un patrimonio en ciernes...

La gestión de un patrimonio en ciernes presenta una mirada retrospectiva en torno a la actividad cotidiana y en prospección a lo que en el mañana habrá de considerarse como bien cultural. Desde el campo eclesiástico las tareas son: Educar, conservar y catalogar... 


http://issuu.com/hectorbalvanera/docs/la_gestion_de_un_patrimonio_en_cier

14.8.11

La misión de salvaguardar nuestro patrimonio: Catalogar, Conservar y Catequizar (2da de 3 partes)

Por Arq. Héctor Balvanera Alfaro
Arte Sacro y Bienes Culturales
Arquidiócesis de San Juan de Puerto Rico


     Ya hemos tratado sobre la importancia y significado de los Bienes Culturales de la Iglesia  y que para su promoción, aprecio y cuidado hay que Catalogar, Conservar y Catequizar. En la anterior participación abordamos el tema Catalogar que nos permitirá mantener el registro adecuado del patrimonio; en esta ocasión toca el turno a Conservar.

                    Imagen de Ntra. Sra. Madre de la Divina Providencia, despues de un atentato donde fue quemada 
                  la madrugada del 6 de diciembre de 1976, previo a su coronación canónica.
                  Foto El Nuevo Día, Edición del 7 de Diciembre de 1976.

Conservar. ¿Qué es?  Este término proviene del latín servere: atender, servirLa humanidad ha buscado métodos para subsistir  física y anímicamente; salir a delante a pesar del clima o los sucesos históricos, como guerras, migraciones o epidemias. Conservar nos permite comprender mejor el hoy, aprendiendo de lo que fuimos y nos ayuda a prever el futuro.

     Conservar es parte de nuestra cultura: nuestros abuelos sabían cuándo debían cortar los árboles para sacar madera buena, en qué época sembrar un árbol frutal, cómo ahumar o salar carne cuando mataban una vaca en el campo, etc... Conservamos conocimientos y modos de vivir.  Aplicamos técnicas de conservación como provisión y prevención, como la elaboración de conservas de las frutas guayaba y lechosa, o, para recibir alguna tormenta, reservamos agua con unas gotas de cloro en baldes.  ¿Verdad que nos resulta familiar? 

     La conservación ha permitido que nuestro legado cultural perviva hasta hoy y con ello la herencia de nuestros antepasados, en objetos tan familiares como una foto, un mueble, o en actividades y costumbres como la confección de mundillo, los bordados, la talla de santos, etc.
                               Vista del Castillo de San Felipe del Morro desde las ruinas del Leprocomio en Isla de Cabras, 2010.
      La silueta de la ventana es peculiar y nos parecera familiar.
Muy cercano a la forma de la Isla de Puerto Rico


     ¿Y del patrimonio eclesial qué y cuánto hay por conservar? Para comenzar…
  • De la colección del Archivo Histórico: el Archivo de Catedral, el de la Diócesis de Puerto Rico (así se llamaba antes de 1924) y los libros sacramentales y documentos de las primeras parroquias del país (S. XVII al XX).
  • La veintena de inmuebles históricos, de entre 1520 y 1900 (templos, capillas, ermitas, hospitales, escuelas); sin contar los templos y los objetos más contemporáneos que por su valor artístico pronto se inscribirán como patrimonio artístico.
  • Una compleja colección de bienes muebles que van desde pinturas de José Campeche, platería,  esculturas barrocas y neoclásicas, mobiliario, fotografías,  etc., etc.

     El tamaño de los bienes culturales de la Iglesia en Puerto Rico sólo es superado por el del Estado. Preservar este tesoro requiere profesionalismo y recursos materiales; no son tiempos fáciles para nadie, pero si comenzamos sumando el compromiso y la voluntad de cada uno, estaremos dando el primer gran paso ¿Con qué podemos cooperar? Pensemos que es responsabilidad de todos mantener viva la herencia cultural y artística de nuestros antepasados para orgullo de las futuras generaciones.  El primer acto de cooperación debe ser interesarnos en conocer, proteger y amar más nuestro patrimonio. 

Imagen de Ntra. Sra. Madre de la Divina Providencia, noviembre 2010.
Talla de madera, original hecha en Barcelona, 1852. Restaurada en Sevilla en 2009.


La misión de salvaguardar nuestro patrimonio: Catalogar, Conservar y Catequizar (1ra de 3 partes)

 

                                                                                              

Ermita de Ntra. Sra. del Carmen, S. XVIII-XIX
Palo Seco, Toa Baja, PR


Por Arq. Héctor Balvanera Alfaro

Bienes Culturales, Arte Sacro y Bienes Culturales

     Salvaguardar el patrimonio histórico, artístico y cultural de la Iglesia en Puerto Rico es una misión compleja;  una herencia de cinco siglos, que crece con nuevas producciones, trabajando con recursos limitados. Esto no ha sido un obstáculo para que la Arquidiócesis cuente con dos instituciones especiales para este propósito: el Archivo Histórico y la Subcomisión de Arte Sacro y Bienes Culturales. Catalogar, conservar y catequizar son los ejes de un trabajo apropiado en pro del patrimonio eclesiástico. En este artículo hablaremos del primero: Catalogar

     El término catalogar proviene del latín catalogvs y este del griego καταλογοζ, lista o registro; leer de arriba hacia abajo.

     ¿Para qué catalogar? Para tener un registro de dónde y cómo está el patrimonio, de cuánto objetos lo constituyen; se necesita un inventario que debe ser más que una simple lista y que incluya, entre otros   documentos, fotografías, facturas o escrituras, descripción detallada del bien, etc. como cuando tenemos que escribir nuestros datos personales e indicamos estatura, el color de ojos o el pelo.  La catalogación nos ayuda a conocer mejor lo que hemos sido y somos como pueblo y como iglesia a través de nuestros objetos litúrgicos, actas de bautismos, obras de arte...  ¿Y por qué pasar tanto trabajo? Porque además de su valor espiritual, simbólico e histórico, el patrimonio religioso es un verdadero tesoro artístico y tiene un valor adquisitivo. El robo de arte sacro está entre los delitos más comunes por la demanda del mercado ilegal en el mundo.

Códex Calixtinus o Liber Sancti Iacobi; S. XII.
Guía miniada y manuscrita sobre pergamino.
 Basílica Catedral de Santiago de Compostela. 
Robado en julio de 2011. 

     Si se meten a casa a robar ¿Cómo saber con certeza todo lo que se llevaron?  El guardia y la compañía de seguros pedirán una lista (inventario) de lo hurtado; de otro modo es mejor olvidar recibir compensación o una búsqueda posterior. Nuestra memoria tiene sus límites;  vamos al supermercado y se nos olvida algo de la compra porque no lo anotamos. ¿No hemos prestado algún libro o disco que nos gusta mucho y se nos olvida a quién fue? ¿Cómo demostrar que nuestra casa nos pertenece si no tenemos una escritura que lo constate?


La desaparecido Iglesia de San Francisco de Asís, Ca. 1903. San Juan, PR.
El templo conocido como de San Francisco, fue dedicada originalmente a San Luis Rey de Francia
 como capilla de la Tercera Orden Franciscana y que actualmente funge como templo parroquial.


     Si no tuviéramos registros no sabríamos cómo era la Puerta de Santiago que estuvo al lado del Fuerte San Cristóbal.  Catalogar nos permite estudiar un objeto sin tener que tomarlo o acudir hasta donde está. Gracias al catálogo de una biblioteca sabemos que tal o cual libro pertenecen a su colección. Sin ir a Sevilla se pudo constatar que las vasijas de barro con que se rellenaron las bóvedas de la Iglesia San José son de aquella región.  La catalogación es como llevar una memoria.  Sin memoria no podemos saber dónde estamos ni hacia dónde vamos.  ¿Verdad que es importante llevar un registro y catalogar? 

23.5.11

¡El rico patrimonio cultural de la Iglesia… igualito que en Puerto Rico!

Por Héctor Balvanera A.
Bienes Culturales, Arquitectura y Arte Sacro

En muchas ocasiones he escuchado, supongo que igual que usted, comentarios de personas que relatan con grandes elogios su visita a tal o cual iglesia de otro país, y terminan diciendo, no se si a modo de queja o frustración: ¡Igualito que en Puerto Rico!  ¿Verdad que si? No se ria, ni se moleste; enfrentemos la real situación de nuestro patrimonio cultural eclesiástico que esta, en muchos casos lamentablemente, en grave riesgo de perderse.

¡Bendito! ¿Pero cuando van a acabar la “remodelación”? - dicen muchos visitantes a la iglesia San José. ¿Que pasa que nuestros templos, pinturas, esculturas y demás tesoros de nuestra Iglesia están en ese estado? ¿Por qué? La primera respuesta podría ser: ¿Y que estamos haciendo al respecto?

Busquemos en nuestro medio. Si muere nuestra abuela, no faltará quien se  peleé por la piedrecilla china que le dio abuelo como recuerdo del primer beso, en aquella quebrada; o del sombrero con cinta marrón, que ella le tomaba para tapar del sol a los nenes cuando dormían en sus brazos y que luego sirvió para guardar ocultas las fotos de pequeños de todos los nietos; o aquel pilón, que parece oler todavía a orégano y culantro, aunque hacían años que se guardaba arriba de la nevera, sin usar, desde que abuela no podía cocinar.

Los objetos que nos relacionan o recuerdan con ese ser amado o un hecho importante cobran un sentido especialísimo, casi sagrado. Entonces aunque no se vuelva a moler el ajo en aquel pilón, el recuerdo hace que se conserve con más importancia que una joya preciosa.

Cuando recordamos revivimos sensaciones, sentimientos y emociones; enlazamos nuestro recuerdo con el de los otros: la memoria colectiva. Los objetos adquieren significado…

Regresando con abuela, hay dos escenas que podemos meditar. Uno, se desarrollaría en las Navidades; mientras se guayan las viandas para los pasteles, tití la mayor, de reojo mira el pilón que ahora guarda en el chinero (ya no sobre la nevera) y se abre su memoria: comienza a contar sobre el día que abuela los llevó por primera vez a la Plaza de Río Piedras; luego mami completa diciendo que ese fue el mismo día que probó un níspero, de los que le contaban había en la finca de Utuado. Así cada año, la familia ira construyendo la historia. No falta el tío que se encarga de relatar oficialmente los chistes y anécdotas, que los otros no conservan con tanto cuidado y detalle como el. Cada vez que tití limpia aquel pilón, le pasa un poquito de aceite ingles y con mucho cuidado lo trata como una reliquia; además, aprendió a usar la computadora para enviar una foto electrónica, a su prima Carmen, quien quiere mostrar a sus nietas Susan y Claire lo que es un pilón, porque en Oklahoma no hay muchos boricuas y las nenas no conocen la Isla.  Recordar, cuidar, amar, conocer, amar, cuidar, recordar.

En el otro escenario un tío recibió el sombrero de abuelo. Lo guardó con mucho cuidado; con tanto, que olvidaba que lo tenía en el closet. Era algo tan precioso que lo contemplaba cada que deseaba revivir aquellos sentimientos; eso, mientras que la memoria le permitió recordar donde lo había puesto; luego lo regresaba al encierro.
Con el tiempo, tío también murió. Sus descendientes, desconociendo las historias del sombrero y su importancia en la familia, al día siguiente del funeral vaciaron el closet y lo regalaron al jardinero. Este, cuando vio que era demasiado grande lo pasó a su hijo y este otro a su esposa, porque no le gusto. Ella le encontró buen uso: el sombrero sirve para cobijar la jaula de las cotorritas que tiene en la marquesina. Conocer es amar.

¿Que tanto sabemos de lo nuestro, de nuestros tesoros, muchas veces escondidos, u olvidados? Y si ese sombrero fuera una pintura antigua de gran valor, o un marco de plata que de una santa imagen como la de La Monserrate? ¿Recuerda la historia del caballero y el caballo de la Capilla del Cristo? ¿Sabia qué en Aguada martirizaron algunos frailes y es donde se construyó la primera iglesia de piedra en Puerto Rico? ¿Que las pinturas religiosas de José de Campeche se consideran de los mejores ejemplos de la pintura colonial? Quizás algo siga en la memoria.

Y ¿Dónde esta el sombrero? ¡Ah! Los tiempos escolares; tal vez tuvo el privilegio de dar al menos una visita por el Viejo San Juan, San Germán, Guayama o Ponce y le viene a la mente la imagen de algún santo o pinturas que vio ahí.

En lo cotidiano, lo familiar ¿Conocemos cuando y quien construyó nuestra parroquia? ¿Qué quizás la custodia es de plata y fue regalo, con mucho sacrificio, de un feligrés muy humilde? ¿Sabemos que las pinturas del Viacrucis que cuelgan son obra de un artista reconocido?

Cristo nos llama a la Verdad, de la cual forma parte el conocimiento humano, como don y gracia; por ello debemos cultivarlo y ponerlo al servicio conservando nuestra herencia cultural; tal vez por eso es que muchos monumentos religiosos están en graves condiciones; quizás es que nuestro conocimiento se limite a verlos cuando se va a Misa, a una ceremonia o a algún tramite; a lo mejor sepamos que es antiguo y que ya estaba antes de nuestros abuelos. Posiblemente pensemos que alguien más hará el trabajo.

Que pena, que mientras estamos en este desconocimiento, día a día nos visitan extranjeros y miran y se llevan la buena experiencia de nuestro patrimonio; porque se informaron, buscaron y cuando contemplan el mural de San Telmo, sabiendo que ha perdurado pese los ataques del clima y los piratas, admiradamente exclaman: ¡Que hermoso! Wonderful!  ¡C’est magnifique! … Si ¡Igualito que en Puerto Rico!